La terraza del bar simple y solitaria,
en la noche más estrellada de todas,
luce oscura y lúgubre.
Al fondo los peatones desaparecen por las calles más oscuras,
solo se distinguen algunos por las luces de los escaparates.
La calle de día ruidosa y alegre,
adormece al son lento de los camareros cansados.
Diminutas se encienden las ventanas cual ojos búhos.
Ancha la calle en la zona de los veladores y
estrecha hasta perderse en la noche.
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